HASTA EL FIN DE LAS HOSTILIDADES

Carmen Padilla
8 min readJul 1, 2021

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Pandemia, la diosa del verbo desinfectar

Me levanto y me acuesto cada día escuchando una misma palabra. La re-repetición hizo que olvidara completamente su significado: Pandemia.

Pandemia suena a banda de death-metal (y lo es!) y a nombre de cantante voluptuosa del género tropical.

Empecé a investigar y la Real Academia Española sostiene que Pandemia, etimológicamente (del griego πανδημία, de παν, pan, ‘todo’, y δήμος, demos, ‘pueblo’) es ‘reunión del pueblo’, y el término que alude a una enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región. Es decir, la menos sana de todas las reuniones que un pueblo puede tener.

Esta pandemia impone una nueva normalidad, que es un ejercicio constante de tolerancia a la reiteración. Sumidos en un ciclo espiralado y ascendente de: infectados, sospechados, recuperados y fallecidos, hemos además modificado el lenguaje coloquial, cruzando conceptos propios de la estadística y la virología, en la verdulería, panadería o cualquier charla de whatsapp. Al parecer próximamente usaremos frases como “Una mano lava la otra con alcohol en gel” y “Dios los cría y ellos, no se distancian socialmente”.

Pero uno de los conceptos que ya está en uso es “Inmunidad de rebaño” y solo con eso ya me dan ganas de volver a confiar en la humanidad (se ve que no me hace falta mucho incentivo).

Vuelvo a investigar y según la UCM (Universidad Complutense de Madrid), la inmunidad de rebaño se da cuando un número suficiente de individuos está protegido frente a una determinada infección y actúan como cortafuegos impidiendo que el agente alcance a los que no están protegidos.

Generalmente este tipo de protección se busca a través de la vacunación. Pero en el caso de la infección por coronavirus, al no disponer de vacunas aun; la esperanza es que con el tiempo llegue a haber tantos individuos que ya han superado la infección, que el virus no encuentre fácilmente personas susceptibles a las que infectar, por lo que se cortaría la cadena de transmisión.

Este concepto no solo nos reduce a un grupo taxonómico, sino que deja en un plano secundario el protagonismo del individuo, para centrar su interés en un colectivo. Colectivo que cohesiona a sus integrantes en su heterogeneidad y los hace funcionar como organismo vivo, que se traga los intereses individuales, los mastica y los defeca en forma de altruismo. Un sentimiento de abnegación forzada “con la mira laser del contagio, en el entrecejo”, nos conduce a procurar el bien de los otros, a relegar los propios deseos, en pos de alcanzar un bien mayor, que además realmente nos conviene a todos… Pero buscando más, entiendo que esta cuarentena es diversamente definida como:

Una reducción de las libertades personales,

Un momento para estar con los que queremos,

Una subestimación de la capacidad de discernimiento de los ciudadanos,

Una gala de poder de parte de un dictador,

Un respiro que la madre tierra necesitaba de los humanos,

Un momento de tímida renovación de confianza en la condición humana,…

Y Creo que eso lo define, cada uno, eligiendo la opción que más (se) le parezca, pero en la semana menos existencialista de este mes, “reunión del pueblo” me parece que es una buena forma de empezar…

Del rebaño de esta pandemia…

Dentro de ese gran rebaño que ha perdido geografías, veredas, parques y peñas, voy a centrar mi observación en el sub-colectivo de artistas que es de lo que sí puedo hablar. Los y las artistas aparte de “hacer arte”, en general “se auto-definen” a través del arte. Sus espacios de disfrute, goce, expresión y trabajo, se enredan configurando un ente que difícilmente pueda diseccionarse. El o la artista que se somete a un alejamiento de su actividad laboral, se siente despersonalizado y por eso es que han surgido miles de reacciones a este aislamiento.

Teniendo en cuenta los mecanismos de trabajo voy a diferenciar dos grupos de artistas. El primero, que podría llamar “los renacentistas”, son aquellos que ya venían trabajando en soledad por elección y desde talleres situados en el domicilio, por eso es que no se sintieron gravemente afectados.

Pero existe otro gran grupo de artistas que voy a llamar “contemporáneos” que no tienen talleres propios o en su domicilio, que trabajan con otros artistas, que acuden a galerías y exhibiciones de arte como método de estudio, que están en contacto con otros en una renovación de proyectos permanente, que buscan aprender y capacitarse ya sea para enseñar o para seguir trabajando; que se vieron gravemente afectados.

En respuesta a la reclusión es que surgen seminarios online que los espacios consagrados del arte han creado, para mantener la capacitación de artistas como Proyecto PAC de Galería Gachi Prieto y Programa de Artistas de la Universidad Torcuato Di Tella. Así como también el enorme volumen de cursos online de toda índole y naturaleza que acompañando los espacios del arte académico, ofrecen desde marquetería, pintura con acuarelas, o moldeado en cemento como una alternativa para seguir en actividad sin salir de casa.

En este panorama que, en su forma más temprana, se presentó como una estasis de todo movimiento, los artistas se vieron ante la gran pregunta del arte. Ante un llamado de la cruda realidad, el artista tiene estas posibles respuestas: negarla y desde su arte crear belleza, quizás como un mensaje esperanzador de fe en un mañana; negarla/aceptarla y paralizar la actividad hasta que haya qué decir; o bien hacerse uno con la realidad y producir desde ella limitándose a las reglas que el juego escribe y propone. Reglas de disponibilidad de materiales, medios, energías, etc.

Ser creativo con lo que tenés

A lo largo de la historia, los artistas han sufrido restricciones de espacio, medios y materiales, ya sea a través de sanciones impuestas por gobiernos, o simplemente limitaciones relacionadas a la disponibilidad de recursos económicos.

Durante la era soviética, los artistas que trabajaban en Moscú tuvieron que recurrir al uso de sus departamentos para hacer y mostrar arte, porque su práctica no era aprobada por el estado. En 1973, a raíz de la dictadura que atravesaba Chile, Eugenio Dittborn creó sus Airmail Paintings como una forma de comunicarse con el extranjero. Fueron obras preparadas para ser plegadas y enviadas al exterior tal como se envía un mensaje en una botella arrojada al mar.

Eugenio Dittborn para colgar la pintura por correo aéreo No 5 1984
Tate © Eugenio Dittborn

Jason Wilsher-Mills, un artista digital inglés, que sufre una limitación física, crea pinturas y esculturas interactivas, habla de su capacidad para adaptarse al trabajo de forma aislada y dice:

“Ser discapacitados significa que somos excelentes para adaptar y cambiar nuestra práctica, ya sea debido a una enfermedad, discapacidad o, en este caso, una pandemia mundial. Mi silla se ha convertido en mi estudio y mi MacBook en mi sala de reuniones. Descubrí que ser un artista digital ha demostrado ser una ventaja en este momento, ya que estoy muy acostumbrado a compartir y hacer trabajos de forma electrónica, y a ser algo adaptable”.

De la cuenta de Facebook Jason Wilsher-Mills Artist — julio 2020

En el ámbito local; la bienal de arte contemporáneo fue rediagramada para prescindir del contacto social; Ágora espacio de artes escénicas y Cálamo galería de arte, han adaptado versiones on-line de sus actividades. Instituciones como el Getty Museum de Los Ángeles o la Escuela de Arte de nuestras ciudad nos han invitado a recrear y compartir una pintura célebre usando ropaje y escenografía improvisadas, el Museo del Prado de España ofrece sus visitas guiadas virtuales diarias, y artistas de todo el mundo han levantado proyectos de diarios como es el caso de “Diario del aislamiento” de Kalil Llamazares, o convocatorias de participación colectiva como lo fueron “Encuarentenados” de Leo Mayer o “Ecos de Cuarentena” de la “abajo-firmante”. Todas estas actividades fueron pensadas para hacer contacto con otro, obteniendo respuestas de lugares de lo más distantes geográficamente hablando y a la vez mancomunados en este encierro.

Usuarios respondiendo al reto lanzado por Getty Museum de los Ángeles. 2020

Tanto Dittborn en su momento, como Wilsher Mills en la actualidad, como toda la escena local e internacional mencionada; son ejemplos concretos del trabajo de artistas junto a otros, que aprovechando la familiaridad de las circunstancias han readaptado el sentido de comunidad, ofreciendo tanto un acercamiento por parte del arte a las personas, como quizás una red de apoyo que puede equilibrar los sentimientos de este aislamiento. El arte ha presentádose una vez más, como un modo de abandonar el encierro, al menos metafóricamente, al menos por un rato.

¿Brico-Minujín?

El aislamiento social preventivo y obligatorio es un viaje que evidentemente tiene paradas obligadas en, “finitud y fragilidad”, y también “renacimiento y resiliencia”. Conceptos que son cotidianos en quien se cuestiona la realidad, tal y como hacen los artistas, los filósofos y los niños pequeños entre otros. Adaptarse, es condición de relativa familiaridad con el trabajo del arte. El artista suele buscar algo que aún no existe como tal y los medios para llegar a la materialización de “la obra” son muchas veces inciertos. El artista está acostumbrado a avanzar sobre terreno oscuro y a no claudicar, porque la dudosa idea de “obra terminada” es aún más tentadora que la segura renuncia.

Y esta cuarentena ha presentado un panorama doméstico, poblado de interrogantes provenientes del área del mantenimiento edilicio, del área decorativo, y demás, que han popularizado la navegación en Pinterest. Y además, si se quiere, han acercado los mecanismos de trabajo acostumbrados en el ámbito creativo. El aislamiento ha revelado problemas que en el pasado no eran tan urgentes, como canillas que gotean, azulejos faltantes, o libros sin espacio de guardado, implicando tareas que han sido la puerta de entrada al proceso creativo “indoor”. La creatividad implica tener una pregunta sin respuesta inmediata, para desarrollar entonces el pensamiento en función de esa solución, y “torcer” o “hackear” los recursos disponibles para alcanzar la meta. La creatividad revela respuestas tan particulares que el texto se queda corto…

Con esto sigo apuntando en la misma dirección. El arte como espacio virtual de encuentro, la creatividad como un lenguaje que si bien nos es propio a los humanos, ha sido puesta en escena de modo más evidente revelando de modo más gráfico, que todos estamos bajo una misma cuarentena, que si bien interpone medianeras, también nos somete a estar juntos en un mismo momento en la historia de la humanidad.

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